Mensaje
de la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, con ocasión del
Día Mundial de la Poesía
21 de marzo de 2013
La
poesía es una de las expresiones más puras de la libertad de la
lengua. Es un elemento constitutivo de la identidad de los pueblos;
encarna la energía creativa de la cultura en su facultad de
renovarse sin cesar.
Esa
modernidad de la poesía se transmite de generación en generación,
en los textos consagrados de los grandes autores y en las obras de
poetas anónimos. Debemos transmitir ese legado -el de Homero y Li
Bai, el de Tagore, Senghor y miles de otros- como testimonio vivo de
la diversidad cultural de la humanidad. Debemos hacerlo fructificar a
nuestra vez, como fuente de enriquecimiento lingüístico y de
diálogo.
Al
celebrar el Día Internacional de la Poesía, la UNESCO quiere
también promover los valores que ella transporta. Porque la poesía
es un viaje: no un viaje fuera de la realidad, sino frecuentemente a
lo más íntimo de las emociones, las reivindicaciones y las
esperanzas de las personas. La poesía da forma a los sueños de los
pueblos y a las expresiones más altas de su espiritualidad; la
poesía da también valor para cambiar el mundo.
Los
poetas de todos los países han dejado versos imperecederos por la
defensa de los derechos humanos, la igualdad entre hombres y mujeres,
el respeto de las identidades culturales. Libertad,
yo escribo tu nombre,
escribió Paul Éluard. También hoy la poesía es portadora de un
hálito de libertad y dignidad frente a la violencia y la opresión.
Por todas estas razones, la UNESCO respalda a los poetas y a cuantos
editan, traducen, imprimen o difunden la poesía. Lo hacemos mediante
la protección de la diversidad de las expresiones culturales y la
conservación de las recitaciones poéticas inscritas en el
patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, como otras tantas
maneras de embellecer nuestro mundo y construir la paz en la mente de
los hombres y de las mujeres.
Irina
Bokova
Con esta ocasión nuestra biblioteca ha adquirido, como todos los años en este día, tres libros de de poesía de Juan Carlos Mestre que estuvo el pasado lunes en Cáceres y nos cautivó con su recital poético. La dedicatoria del poeta es magnífica y tendremos sus libros como un gran tesoro. Se los ponemos en bandeja:
Cavalo morto
Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de
Lèdo Ivo.
Un poema de Lèdo Ivo es una luciérnaga que busca una
moneda perdida. Cada moneda perdida es una golondrina de espaldas posada sobre
la luz de un pararrayos. Dentro de un pararrayos hay un bullicio de abejas
prehistóricas alrededor de una sandía. En Cavalo Morto las sandías son mujeres
semidormidas que tienen en medio del corazón el ruido de un manojo de llaves.
Cavalo Morto es un lugar que existe en un
poema de Lèdo Ivo.
Lèdo Ivo es un hombre viejo que vive en
Brasil y sale en las antologías con cara de loco. En Cavalo Morto los locos
tienen alas de mosca y vuelven a guardar en su caja las cerillas quemadas como
si fuesen palabras rozadas por el resplandor de otro mundo. Otro mundo es el
fondo de un vaso, un lugar donde lo recto tiene forma de herradura y hay una
sola tarde forrada con tela de gabardina.
Cavalo Morto es un lugar que existe en un
poema de Lèdo Ivo.
Un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo
es un río que madruga para ir a fabricar el agua de las lágrimas, pequeñas
mentiras de lluvia heridas por una púa de acacia. En Cavalo Morto los aviones
atan con cintas de vapor el cielo como si las nubes fuesen un regalo de Navidad
y los felices y los infelices suben directamente a los hipódromos eternos por
la escalerilla del anillador de gaviotas.
Cavalo Morto es un lugar que existe en un
poema de Lèdo Ivo.
Un poema de Lèdo Ivo es el amante de un reloj
de sol que abandona de puntillas los hostales de la mañana siguiente. La mañana
siguiente es lo que iban a decirse aquellos que nunca llegaron a encontrarse,
los que aún así se amaron y salen del brazo con la brisa del anochecer a
celebrar el cumpleaños de los árboles y escriben partituras con el timbre de
las bicicletas.
Cavalo Morto es un lugar que existe en un
poema de Lèdo Ivo.
Lèdo Ivo es una escuela llena de pinzones y
un timonel que canta en el platillo de leche. Lèdo Ivo es un enfermero que
venda las olas y enciende con su beso las bombillas de los barcos. En Cavalo
Morto todas las cosas perfectas pertenecen a otro, como pertenece la tuerca de
las estrellas marinas al saqueador de las cabezas sonámbulas y el cartero de
las rosas del domingo a la coronita de luz de las empleadas domésticas.
Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de
Lèdo Ivo.
En Cavalo Morto cuando muere un caballo se llama a
Lèdo Ivo para que lo resucite, cuando muere un evangelista se llama a Lèdo Ivo
para que lo resucite, cuando muere Lèdo Ivo llaman al sastre de las mariposas
para que lo resucite. Háganme caso, los recuerdos hermosos son fugaces como las
ardillas, cada amor que termina es un cementerio de abrazos y Cavalo Morto es
un lugar que no existe.
NO HABLEMOS DE POESÍA
No
hablemos de poesía.
La
tarde está perfecta,
Llueve
y la gente corre a sus refugios.
Pensemos adónde irá la mujer de hermosas piernas
salpicadas
de barro
o
el hombre sin paraguas que cruza sin
permiso la
avenida.
Pronto
se quedará desierta nuestra calle
Y
tendremos que hablar de cualquier cosa,
De
poesía quizá,
De
cualquier cosa.
Irene Sánchez
Carrón (poeta extremeña)
Poema Manifiesto de Jesús
Munárriz
en defensa del burro y su rebuzno
y de su condición intrascendente,
modo de ser, a favor de la piedra
que el invierno cubrió de oscuro musgo,
pájaros en el aire, rododendros
en los jardines, luces en la noche,
con que van a la nada y no se enteran,
víctimas de un progreso establecido,
una vez asumido el sinsentido
que es todo, y concentrados en su paso
y vivamos minutos, horas, días,
bocanadas de ser, riqueza única,
lo que pasó, lo que es, lo que perdura,
lo que no deja huella de su paso,
ni dejar de tenerlos, y el amor
vuelva a ser verdadero, a ser inmenso,
y sentarse en la hierba con la gente
y ponerse a charlar largo y tendido,
a favor de los ciclos naturales
y de la rebeldía ante los ciclos,
por los gustos, los tactos, los olores,
por el juego y el sueño, y los amigos,
de la paz verdadera, del sosiego,
de la palabra limpia y del silencio.
CARTAS
Señor
concejal te amo Irma me dirijo a usted y aunque tus ojos no vigilen mis pasos
para informarle que te amo de igual manera después de conocer las cifras y
estoy dispuesto a quererte de todos estos años de gestión y a no olvidarte
nunca no estoy nada de acuerdo y a quererte más con usted con el corazón y por
eso le escribo muchos besos Irma adiós señor concejal un beso atentamente en
los labios a dos de marzo mi pequeña Irma de mil novecientos adiós noventa y
seis.
Consumir preferentemente, Raúl Vacas.
AUSENCIA
Ir y quedarse, y con quedar
partirse,
partir sin alma, e ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
arder como la vela y consumirse
haciendo torres sobre la tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada, sobre la fe, paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma y en la vida infierno.
partir sin alma, e ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
arder como la vela y consumirse
haciendo torres sobre la tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada, sobre la fe, paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma y en la vida infierno.
Lope de Vega
EL
VIAJE DEFINITIVO
Y yo me iré. Y se quedarán
los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico.
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.
Juan Ramón Jiménez
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico.
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.
Juan Ramón Jiménez
ESO
ERA AMOR
Le comenté: —Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
—¿Te gustan solos o con rímel?
—Grandes,
respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.
HELÉNIDES DE SALAMINA
Helénides de Salamina nació en Mogarraz, provincia de Salamanca
No como cabría suponer en el siglo quinto antes de Cristo, sino
el 28 de julio de 1894.
No fue contemporáneo de Heráclito, sino de Unamuno, con
quien se carteaba en griego
Huérfano de padres las pasó canutas en el orfelinato sin otra salida
que la ratonera del sacerdocio
A los 14 años ya había devorado a todos los pesocráticos
y componía versos en latín que dejaron estupefacto
al mismísimo don Marcelino Menéndez Pelayo
Pero Helénides de Salamina, amante de las flores y las lenguas
muertas, estudio magisterio
En 1913 tomó posesión de su plaza de maestro de escuela en Casar
de Cáceres, un pueblecito donde vivió apartado del mundo
y querido hasta por las piedras
Se vestía al estilo de Sófocles, con túnica, manto y sandalias, y de
esta guisa andaba por las calles con la naturalidad de Homero
No estaba loco el maestro del Casar, ni Helénides de Salamina
era un seudónimo
Escribió decenas de libros, odas latinas, diálogos pedagógicos,
memorias de plantas y pájaros
Según su escueto epitafio murió e 26 de agosto de 1956 y se
apellidaba Rodríguez Campos
Descanse en paz aquel para quien sin moverse de su olivo y solo
atento a las divinas cosas celestiales fue su patria el mundo
Una corona de laurel, otra de oro para aquel a quien la gente
conocía por don Ángel el de la melena
Juan Carlos Mestre